20080116

Tiempo y Olvido

Joven de veintitantos, con enormes desproporciones racionales y una capacidad ambigua de querer a la gente. Si bien es una descripción incorrecta, raya groseramente en la realidad.
Pero es un buen punto para comenzar el viaje delirante, a través de preguntas que a todos nos atormentan y que jamás vienen incluidas en algún manual de buenas costumbres o buenos deseos. Las encontramos todos los días en las tarjetas de felicitación que nadie nos regala, los cafés que nadie nos invita, las canciones que nadie nos dedica, los paseos que damos solos y las infinitas películas francesas que no hacen más que mostrarnos un sentido que nos tratamos de acomodar en la cabeza.
Esta semana de duras y difíciles situaciones viene a mi mente el tema del olvido, ¿existe un lugar en nuestra cabecita destinado a guardar aquellos momentos, personas y sentimientos que parecieran no ser lo más conveniente? Yo había confiado toda mi vida en que sí, las personas nos dedicamos a olvidar, cancelamos información innecesaria y redundante, pero ¿qué pasa cuando olvidar no es una opción?
Ya sea una relación fallida que se transforma prontamente en amistad, la muerte de un ser querido, deudas por doquier, o simplemente no poder ignorar un detalle malicioso que nos enloquece, en esas situaciones la huida mental no es la opción, ya que el objeto de olvido estará permanentemente presente.
Al conocer a Andrés, yo estaba plenamente convencido de que intentar echar a andar esa nueva relación iba a ser cosa fácil. Acababa de pasar mi propio límite y decidí no esperar más. Para mi y su desfortuna, olvidé mencionar algunas cosas, el hecho de que tiendo a ser algo frío, distante, egocéntrico, demente y por demás psicópata, fueron las pautas para hacerme saber que evolucioné, a un más temeroso y censurado Abraham.
Sí, en definitiva la opción del "no olvido" fue una señal de alerta para ser sincero y escribirle que en absoluto yo no iba a sentir nada de momento. No porque el asunto ya comentado con Andrés de los "ex" me hubiera hecho pensar en mi propio ex, sino por que ya era suficiente lidiar con todos esos amores que terminan siendo posibles candidatos al rincón del olvido como para que encima me echara un compromiso más que esta vez yo no iba a poder responder.
Sin duda este caso de Andrés no irá a parar al olvido, porque el sentimiento que sí me provocó fue único y primerizo. De momento es mejor no revelarlo.
Y como si un expediente reciente no fuera suficiente, el pasado llega en forma de ventana de messenger. El olvidó nunca llegó con Miguel, más sí la cotidianeidad del sentimiento de pérdida, que es lo más cercano que podría y me atrevería a definir como "olvido". La platica el día de hoy se dio satisfactoriamente, sin mover una sola hebra de corazón y sí con la felicidad del encuentro. Quedamos en salir a "echarnos unas chelas" la semana próxima, ya que él y yo estaremos convenientemente desocupados para escaparnos un ratito a nuestra ciudad.
¿Qué pasa cuando el olvido no es una opción? Pasa que dejamos entonces la solución al tiempo, ya sea pronta o lenta, ya sea de 2 semanas o dos años que nos tome acostumbrarnos al objeto de olvido. Esperamos trabajar mucho para liquidar nuestras deudas que no por ignorarlas dejarán de existir, llevamos flores a una tumba en señal de que seguimos estando presentes, y sobre todo, buscamos sonrisas para reiterar que fue la mejor decisión, después de todo, el tiempo siempre nos dirá que fue la mejor decisión.
El olvido en ocasiones es la mejor opción, pero cuando no se puede siquiera pensar en la posibilidad de considerarlo como opción, ¿cuánto estamos dispuestos a esperar para sanar?

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