Nos barremos, nos echamos a perder, nos oxidamos, encajamos a medias, pero siempre damos vueltas. Y un día nos tiran a la basura porque ya no brillamos, ya no tenemos cabeza, ya nos partimos a la mitad o no saben dónde meternos.
Soy tan tornillo que las tuercas en mi vida no tienen la u. Y me voy.
Pero dejo pistas, porque eso hacemos los tornillos largos. Dejamos hoyitos para que sepan que un día estuvimos ahí, sosteniendo un cuadro o toda la casa.
Estos son mis hoyitos:
Para quien guste, están invitados.