20111231

La importancia de tener 24

Se me hizo tarde para escribir. Desearía que mi puntualidad enfermiza me hubiera ayudado a escribir a tiempo esta entrega, pero se me hizo tarde.
En mi defensa, tengo una buena excusa para ello: se me ha olvidado la melancolía con amor y el tiempo se me ha escapado de las manos. Se me olvidó cómo ser azul y me pinté la cara de colores, de cafetería y calles. Resolví que la mejor forma de documentar la existencia está integrada a nosotros mismos, que no hace falta escribir o grabar o pintar nada para probarnos que los momentos más felices no fueron sólo sueños. Ahora lo sé.
Ni siquiera noté que el paso del tiempo me llenó de sonrisas y nuevas palabras. Que mostré amor más que nunca en mi vida y no tuvo desperdicio. El 2012 me sorprendió con 24 años y una inocencia pura.

Daniel:
No podría encontrar nunca la forma de hacerte consciente de la relevancia que has alcanzado en mi vida. Desfloraste una palabra común y me la regalaste. Si alguna vez he tenido alguna prueba de divinidad es, justamente, tu presencia, estancia y permanencia.
Has sido mi apoyo y mi mano derecha. Las horas se vuelven nada con esa risa tuya, y no puedo mas que admirarte y respetarte por la maravillosa cualidad que tienes de ser un hombre bueno. El más bueno de todos.
Agradezco la oportunidad que se me ha dado de estar a tu lado, para que tú también veas que soy un hombre mejor a causa y consecuencia de un amor que siempre pensé improbable. Pero llegaste.
No podría decir más, porque espero que sepas que cada que pones tu mano en mi pecho y puedes sentir mi corazón, es una pequeña, pequeñísima muestra de que vivo por y para amarte.

20111111

¿Quién no se enamoró de su amigo heterosexual?

Y ustedes se preguntarán: ¿Qué hacía un chiquillo de 15 años haciéndose pasar por un adulto sano de 23? Ni yo mismo lo sé. Simplemente se me presentó la oportunidad anual de encontrarme con él y hablar; sólo hablar.

Sí, una vez al año es suficiente para ocultar los hedores y permanecer serenos; al menos eso me he repetido los últimos diez años. Estaba de espaldas cuando sabía que ya había llegado. Inmediatamente me agarró de los hombros y me negué a voltear, pero pudo más su insistencia y su petición de un abrazo.

Es gracioso porque semanas antes había tomado la decisión de cortar cualquier tipo de contacto. No le veía caso pues ahora tenía mi propia familia, mi hogar de hierro, mi "verdadero y único amor". Sin embargo, como siempre lo ha sabido hacer, regresó para ofrecerme su lado más honesto.

"Sabía que sólo contigo podía hablar de ésto", me dijo con esa complicidad que me hacía pensar que jugábamos para el mismo equipo. Me habló de su vida, de su familia, de sus labores, sueños y esperanzas. Usó frases gastadas, pero me revolvió el estómago con una sola: "Lo llegué a pensar".

"Lo llegó a pensar", me repetí una y otra vez mientras me acordaba de las veces que estuve enfermo y amargo, de los años que yo me le había adelantado a "pensarlo". Cada vez es igual: se toma el atrevimiento de tambalearme y se deja fluir un rato, hasta que su realidad lo demanda.

Se nos deshicieron las horas como pan remojado en leche. Descubrí que por él no abrazo a la gente. Me enfermé por breves minutos de locura y amor primerizo, pero ahora soy más listo. Al menos eso dice mi certificado.

Si mi experiencia no me falla, las cosas no van a cambiar su curso en otro año o más.

Al día siguiente se me vino encima el otro capítulo de mi biografía, el que preferiría borrar en la edición final y no humillarme frente a nadie más, porque, en un acto de absurdísima casualidad cronometrada, llegaron los dos con sus carretas y caballos.

Tan simple como abrirles las puertas. No les digan que yo les dije.

20110905

When I first saw you I knew that you had a flame in your heart


Me siento como recién llegado, con las maletas y todo. Como la primera vez que desempaqué todo de la forma errónea porque nunca me había mudado o como la vez que no guardé todas las cosas porque nunca había volado en avión.

Recién egresado de la escuela de alguna parte y sin haber aprendido absolutamente nada, pero con la plena certeza de que habían transcurrido los mejores años de mi vida. Me siento enfrente de una puerta por la que he entrado siempre y, a pesar de todo, esta sería la primera vez.

He aceptado mis zapatos gastados con una humildad que siempre me caracterizó, pero que no quería. Ahora sí. Desperté de los siglos de intranquilidad y me siento preparado para entregar de forma pacífica los escritos que coleccioné del camino que ya no recuerdo.

Saludo a mis padres, que con la más grande alegría me dan la bienvenida, y descubro el significado a distancia de lo que es un hogar. No vengo solo, ahora somos dos.

Debería ser ley esta etapa de vida en la que un espejo ya no es enemigo y la comunión con uno mismo es de primordial relevancia. Deberíamos exigirnos unos segundos para ver con otros ojos a la persona con la que hemos despertado cada momento de nuestra existencia.

Yo sólo espero que sepa que es lo más importante que me ha pasado en la vida.

Florista


“Voy a comenzar con algo sencillo: un viaje a través del tiempo, con el que evitaré que la joven versión de mí tome otros rumbos que lo lleguen a convertir en lo que no soy y me desaparezca”.
Cómo podría explicarle al chico de las flores que no me molesta su pasado, a pesar de que su historia generalmente me provocaría un rechazo inmediato. Encuentro difícil expresarme de forma correcta para anunciarle que tengo los mismos órganos vitales y fallas de origen.
Es por eso que cuando me platicó de lo atareado que se encontraba en el negocio de la venta de fragantes flores, sonreí como me educaron para hacerlo, pensando que si yo lo deseaba podría obtenerlas de forma gratuita: todas las que quisiera y de los más brillantes colores.
Pensaba en hacerle saber que todo estaba bien con un beso en los labios. Al salir, quería comprarle flores, pero temí que ahora sería yo el objeto de su rechazo,  ¿cómo le regalas flores a un florista? Él las ha visto todas.
Muchos le han comprado flores, no tengo la menor duda de eso. Sus viajes podrían narrarse por sí solos sin necesidad de una voz, sólo de sus ojos. Sus labios han sido participes de brutales fiestas y en su cabello descansan los sueños que no se pueden contar. Yo lo sé porque lo he visto, porque en mi bolso tengo mi propio libro de la vida y es aún más perturbador.
Si yo te contara, mi hermano, las experiencias fugaces de esta vida interminable, tendrían que enviarme a la horca. Porque yo no vendí flores, sino deseos. Yo era el genio sin nombre; poderoso y esclavo, perdido en el más siniestro de los anonimatos.

La Reina


Del grupo de las sensuales arañas, con sus abombados opistosomas y sus largas patas, Rina era la más pequeña. Siempre vulnerable y torpe para tejer, aprendió que pocas virtudes la llevarían a convertirse en un insecto decoroso y digno de belleza.
Rina era simple, amistosa; extendía al menos tres de sus patas para saludar, pero también era traicionera, usurpadora. Por eso no dudó un segundo en devorar el alimento de Xia y Lena cuando tuvo la oportunidad. También a su pareja.
Dos arañas no habitan el mismo perímetro, porque en esencia son solitarias oportunistas, pero Rina quería hacerse de un imperio; y los imperios están habitado por alguien más que uno mismo.
La pequeña Rina, delicada y amenazadora, focalizó todo su esfuerzo en su angosta hilera y excretó una seda tan pegajosa, que no quedaría escapatoria: caerían tramposamente o a voluntad.
“Puedo sentirme la reina, pero no puedo devorarlas para serlo en verdad”, exclamó exhalando aire entre sus quelíceros y se sintió tranquila.

Till The World Ends


6:30 de la mañana, corriendo tras el autobús y logrando subir a uno de los escalones para permanecer colgado, contrariando la ley de Gravitación Universal y de lógica en mis capacidades psicomotoras.

Luchar contra la sobrepoblación, la pobreza y el aseo excesivo, o la falta de él, me parece muy desgastante para la hora en que tomo el primer autobús. No hay que mencionar los daños colaterales, como el obstaculizado camino a un mayor nivel cultural o el imposibilitado reestablecimiento de las funciones biológicas, atrofiadas en parte porque no cumplieron su tiempo de recobro.

El primero sólo es la antesala del prolongado camino que dirige a una jornada llena de altibajos. Describirlos traería un sentimiento inevitable de náusea y picazón que sólo se calman con el trayecto inverso. Con el regreso del infierno.

Tengo en mis manos la historia de miles, condensada en un espacio tan pequeño que sólo es comparable con el espacio en que esos miles conviven todos los días a las 7:53 am.

¿Cómo podría quedarme tiempo para ponerme a pensar en el amor, si me han quitado el único espacio en que investigaba ese campo tan lleno de sinsabores?

De regreso sólo existen las historias que no son y el tiempo más perfecto para cada una de ellas: el que no será. Pero las situaciones primeramente mencionadas crecen exponencialmente cuando se han dejado reposar por más de ocho horas. Como el caldo que se deja bajo el sol.

Pobre eres y pobre morirás. Contando tus horas y tu dinero, e intercambiándolos como si fuera el negocio de tu vida. ¿Qué no has aprendido nada?

20110211

El tornillo se safó

Somos como tornillos. Damos vueltas y encajamos. O no.

Nos barremos, nos echamos a perder, nos oxidamos, encajamos a medias, pero siempre damos vueltas. Y un día nos tiran a la basura porque ya no brillamos, ya no tenemos cabeza, ya nos partimos a la mitad o no saben dónde meternos.

Soy tan tornillo que las tuercas en mi vida no tienen la u. Y me voy.

Pero dejo pistas, porque eso hacemos los tornillos largos. Dejamos hoyitos para que sepan que un día estuvimos ahí, sosteniendo un cuadro o toda la casa.

Estos son mis hoyitos:







Para quien guste, están invitados.