20101125

Me acuerdo, no me acuerdo

-Las cosas van bien. Debería estar feliz, tengo todo lo que siempre quise, pero siento como si el viento me atravesara.
-Lo que tú tienes, hija, se llama tristeza.

Entiendo que con el tiempo uno se olvida de rostros y esencias, principalmente de las que lo constituyen a uno. Nos vamos perdiendo hasta que un día nos miramos al espejo y somos una puta de labios carmesí y medias rotas de tanto caminar sin coger.

Admito que yo empecé a olvidarme desde el día que lo conocí. Pero es peor que desde la primera vez que estuve dentro de él parece que me fundí y comencé a vivir, morir, soñar y comer para él. Reconozco que lo único que queda de mí es un ser lastimero que tiene mucho amor y pocas ganas, o viceversa.

No es realmente una queja, es una meditación profunda de lo que podría ser el resto de mi vida, porque dicen que mientras dure el amor, debe ser eterno. El problema es que "eterno" suena a mucho tiempo y yo tengo poco, poquísimo. El tiempo que tengo se me ha ido en besarlo y pensar qué pasaría si ya no pudiera besarlo más.

Pero él es otra cosa. Es el capricho envuelto en 10 ó más kilos de piel, tiene ambrosía en las entrañas pero veneno en el corazón; y no lo sabe. Y yo ya no sé.

Quizá sea tiempo de huir a esa playa de mi vida, en donde la arena me quemará los pies y el agua refrescará esta alma enojada. No pido mucho, sólo que no me devore el corazón y lo vomite en mis pies.