20080929

No espero nada

- Es que no entiendo, ¿por qué no quieres verme?
-Porque siento que tú esperas algo más de mi, algo que no te puedo ofrecer.
-Ese fue el problema. La verdad es que yo no espero ya nada de nadie.

Hubiera estado padre, pero vivimos lejos, pensamos diferente, no tenemos tiempo y yo sólo tengo falsas ganas.

Y valías la pena en cuanto yo me mintiera que de verdad quería esto. Pero no quiero esto.

Una opción menos a considerar. Tres eran el total, aunque es el máximo número de opciones que he alcanzado a lo largo de mi vida. ¿Quién se iba a imaginar que con los años no he aprendido el arte de hacer valer lo que quiero?

Pero una cosa es bien cierta, no me iba a arriesgar a que no te acordaras de mi nombre, a que yo pusiera mi última velita en tu frío cadáver, a que yo esparciera mi azúcar en bendición para ti y quien fuera aparte de mi.

Entonces no, quedamos en que ninguno pierde nada, sólo un poquito de existencia. Que obviamente tú no entiendes y yo entiendo de sobra.

Por cierta, las otras opciones que quedan tampoco me entusiasman, pero he dejado al tiempo el conocimiento de si la apatía proviene de mi o de que en verdad espero algo mejor.

20080917

De Verdad

Él se está mintiendo.

Cada que se mira al espejo y le besa los labios, sabe que se miente. Pero es todo lo que tiene.

Le dedica poesías de amor desesperado, ocultando que la raíz del sentimiento no es ni tan buena ni tan franca, pero sí bastante clara, él se/le miente.

Pero es verdad, todos mentimos en determinada forma, nos abrazamos a la idea de que un ratito más de esa fantasía inusual a nadie hace daño. Pero sí, uno se vuelve loco.

Y si todos estamos locos, ¿cómo chingados nos vamos a apoyar? Yo te puedo decir las cosas que pienso saber con respecto al amor, pero todo es una ilusión creada de los últimos cinco años fallidos. En realidad no suena a una verdad palpable tan pesada.

Pero no me creas, yo no sé si es lo correcto en tu quehacer, ni siquiera sé si lo es en el mio. Nos aferramos, victimizamos y hasta lamemos nuestras heridas de forma lastimera.

Lo que sí sé es de donde uno se vuelve a levantar. Descubriendo.

Él se miente, le gusta no estar solo y tomar la idea del amor más banal, la misma que le hace pensar que si es querido, todo está bien. Hasta que se de cuenta que le aburre y se va.

Entonces no le puedo odiar, ni victimizar, ni perdonar, ni olvidar, ni maltratar, mucho menos excusarlo. Sin embargo puedo decir que la cura a la ira es la verdad.

Victor. Sus verdades encontradas no me corresponden, no le hagas caso a este viejo loco cuyo corazón no alcanza a entender qué sucede, pero sí le duele la situación de usted y de ella.

Isaak. Años de creer que le conocía no me han servido para hacerle sentir mejor, ni siquiera para entenderle aunque hayamos pasado por encuentros similares. No sé si ÉL se mienta, pero algo me dice que sí. No sé si a usted le sirva esa información.

Liz. Si uno se cansa, toma agua, llora poquito, se duerme, ve una película, pero el creer no se quita tan fácil como un vestido de seda, ¿cuándo hemos querido quitar uno?

Sham. Si descubriste que al día siguiente seguías respirando y el mundo avanzó tal cual debía hacerlo, entonces querida, tú también puedes hacerlo. Y duele hasta la madre, pero ¿qué otra? Entonces te pones la mejor blusa para apapacharte a ti, ¿hace cuánto que no pensabas sólo en ti?

Gabo. Usted me sorprende como no tiene una peregrina idea. Se ha convertido en mi objeto de estudio por tanta serenidad... que a lo mejor se le evapora con el alcohol. Yo ni me acuerdo y a la vez sí.

Luis. Estamos jodidos, pero el conocerle con las frases que siempre me sorprenden, me arroja de nuevo a mis ideas que quiero cubrir raspando la tierra con mi pata trasera. Nos gritamos ¿y qué? nos hartamos igual, pero sabe que si me cuenta yo le escucho (ojo, le escucho, no le leo jujuju).

Señor. ¿De que me sirve decirle que se vaya al infierno, si ya está ahí? Yo pensé que me había prendido fuego con un encendedor. De pronto volteo y me topo con que no puedo respetarle más. ¿Maduro? Más maduro era yo cuando le echaba mierda por todas las calles del Distrito Federal, y aún así me cansé hasta el final.
Disfrute sus mentiras, disfrute su familia, disfrute las finales indiferencias que va acumulando, la mia, la de Julio, la de Irving. Adéntrese en la idea de que su camino fácil siempre le resulta descorazonado y culero.
Disfrute su infierno, que con él se llevó el mio.

20080907

Personajes

El profesor Márquez.

Es un egresado de la carrera de cinematografía que por azares del destino terminó impartiendo clases en una preparatoria del Distrito Federal.
Tiene 35 años, y aunque al salir de su carrera tuvo algunos acercamientos con la industria cinematográfica (como asistente de producción y buen cinéfilo), se dio cuenta que en realidad obtenía mayor satisfacción al crearle una concepción diferente a las nuevas generaciones sobre el arte y el entretenimiento.
Usa gafas al estilo Woody Allen, una facha desaliñada, tenis y camisas cuadradas desfajadas. Tiende a reírse solo, sobre todo cuando cuenta chistes malos que nadie logra entender.
Una parte de él aún sigue añorando el mundo de las películas, cada noche procura avanzar en los 43 guiones que tiene sin terminar y entonces se va a dormir.
El profesor se gana el respeto de sus alumnos por sus conocimientos y su increíble acervo cultural, pero esa misma razón se le ha convertido en un obstáculo para sentirse un ser social satisfecho. Pocas veces encuentra gente que le llame la atención y peor aún, que lo mantenga interesado.
El profesor Márquez bebe mucho café porque si no se aburre. Entonces su personalidad se vuelve aún más extraña.
Tiene pocos amigos y básicamente su vida se desarrolla en la preparatoria y en su cabeza.

Fausto

Es el hombre que perdió la razón por la soledad. Es de las personas que hacen que uno se cambie de acera para no toparse con ellas. Sin embargo, su realidad es bien válida para él y por ende para los demás, no perdió coherencia, sino que se desligó del mundo.
Tiene la firme creencia de que tiene poderes y que puede manejar la vida como mejor le convenga, así no siente hambre ni sed y es invencible.
Vive en el deportivo Eduardo Molina, los niños lo ven como el monstruo que vive debajo del castillo de metal. Las demás personas lo han encontrado indefenso, pero no por eso adorable.
La verdad de su locura se dio cuando a los 18 años estaba a punto de entrar a la universidad. De regreso de uno de los paseos habituales que hacía rumbo a Guanajuato con su familia, el auto se volcó. Fausto estuvo en coma por varios meses, cuando despertó, había perdido muchas de sus capacidades psicomotoras, su familia no se hizo cargo de él y lo hecho a la calle.
Con el tiempo empezó a vivir de la caridad de la gente, quienes no lo veían como una amenaza. Sus capacidades fueron haciéndose con el tiempo más grandes, recuperando muchas de las facultades que antes del accidente tenía: habla, memoria, inteligencia, pero la construcción que había conseguido del mundo ahora era diferente.
Su mundo era otro.

Enrique
Es un muchacho de 21 años homosexual que vive a la sombra de las ideas religiosas que lo educaron durante 19 años de su vida.
Cuando decidió asumirse como tal ante la sociedad, la iglesia a la que pertenecía lo excomulgó, pero al contrario de lo que él pensaba, descubrió que la vida le enseñaría más por fuera que por dentro de un recinto sagrado.
Tuvo varios ensayos de acercamiento con otros hombres después de ese evento, algunos para ser algo serio y otros simplemente para aprovechar oportunidades. Entre ellos encontró a un amigo que lo llevó a varias confusiones emocionales, al grado de finalmente separarse con bastante rencor el uno del otro.
Enrique trató de sustituir a su amigo con otros hombres, pero a la fecha no ha podido.
Ha tratado de vivir en plenitud su vida, pero tiende a vivir muy rápido, cuando las cosas evolucionaron fuera de la iglesia, las oportunidades que se le presentaron lo llevaron a decidir y a no querer afrontar las consecuencias de sus decisiones, esa fue una de las razones por las que perdió a su amigo.
Enrique quiere encontrar un amor, un amigo, alguien con quien compartir su vida, pero el mundo del amor es difícil hoy en día.


El cigarrette
Es un artilugio mágico que fue hechizado como un portal a otros mundo cada que fuera encendido y fumado.
Estaba en posesión de una logia muy oculta del mundo, pero cuando uno de los miembros lo llevó a casa para resguardarlo, su hijo mayor lo hurtó pensando que un cigarro no importaba y su padre jamás se daría cuenta.
El cigarro está consumido a la mitad, porque ha pasado cientos de años siendo utilizado por la gente influyente del mundo para conocer otras dimensiones y empaparse de ideas y concepciones nuevas.
Tiene un sabor amargo, y es muy potente, basta con inhalarlo una vez para ver frente a ti el portal que te envía a otros mundos.
Se desconoce a ciencia cierta su origen y su finalidad precisa, pero en definitiva ha pasado por manos de gente muy conocida en las artes y la política.

20080901

Chinga a tu madre

Cada día que despierto, que camino, que me baño, que desayuno, que sueño, que tomo el autobús, que trabajo, que leo, que escucho música en Reforma mientras fumo... sobre todo mientras hago eso, me convenzo de que algo tengo que decirte, que gritarte, que preguntarte, la cosa es que las palabras vienen como vómito, efervecen y tratan de salir, no puedo soltarlas si no te tengo enfrente.

Probablemente nunca te vuelva a tener enfrente, de seguro sólo reiriamos como si nada pasara, en tu caso porque quizá así es, en mi caso porque me esfuerzo por mentirme y de paso por mentirte a tí.

Ya casi va a ser un año y me pesa mucho que lo sigo teniendo presente. No que me sea incómodo, sino que es como si tuvieras una gripe constante, no importa lo que hagas para dejar todo atrás, vas a seguir enfermo.

Me quedé con las preguntas del mundo, las preguntas que se me hacen injustas, las que me estrellan en la entrada del trabajo, las que jamás te voy a hacer porque no quiero tus respuestas, pero entonces ¿a quién se las hago? las tengo atravezadas en el tórax, las tengo como cáncer.

Uno no elige las casualidades que la vida le arroja para que las aproveche o no, y entorno a eso han girado mis pensamientos durante meses y meses. Meses que se me escurren sin dejar rastro, como si se oscureciesen a la menor provocación. Nos tenemos en nuestras vidas porque... no he podido terminar nunca esa frase. Somos amigos, somos nada, soy tu cruz, eres el hombre de mi vida, de mis 20.

Seguro te voy a seguir teniendo presente, estés o no en mis conversaciones, en mis sueños, en mi vida. Vas a estar este año y el próximo, así hasta que por evolución las cosas sean totalmente diferentes a hoy. No voy a poner palabras en tu boca, ni voy a imaginar tus porqués, lo único que quiero es deshacerme de a poquito de mis historias aferradas.

En fin. Despues de todo he aprendido en el mal sentido.