20101125

Me acuerdo, no me acuerdo

-Las cosas van bien. Debería estar feliz, tengo todo lo que siempre quise, pero siento como si el viento me atravesara.
-Lo que tú tienes, hija, se llama tristeza.

Entiendo que con el tiempo uno se olvida de rostros y esencias, principalmente de las que lo constituyen a uno. Nos vamos perdiendo hasta que un día nos miramos al espejo y somos una puta de labios carmesí y medias rotas de tanto caminar sin coger.

Admito que yo empecé a olvidarme desde el día que lo conocí. Pero es peor que desde la primera vez que estuve dentro de él parece que me fundí y comencé a vivir, morir, soñar y comer para él. Reconozco que lo único que queda de mí es un ser lastimero que tiene mucho amor y pocas ganas, o viceversa.

No es realmente una queja, es una meditación profunda de lo que podría ser el resto de mi vida, porque dicen que mientras dure el amor, debe ser eterno. El problema es que "eterno" suena a mucho tiempo y yo tengo poco, poquísimo. El tiempo que tengo se me ha ido en besarlo y pensar qué pasaría si ya no pudiera besarlo más.

Pero él es otra cosa. Es el capricho envuelto en 10 ó más kilos de piel, tiene ambrosía en las entrañas pero veneno en el corazón; y no lo sabe. Y yo ya no sé.

Quizá sea tiempo de huir a esa playa de mi vida, en donde la arena me quemará los pies y el agua refrescará esta alma enojada. No pido mucho, sólo que no me devore el corazón y lo vomite en mis pies.

20100514

Déjame que te atrape

Lamento haberte abandonado por tanto tiempo. Si te he de ser honesto, no tengo razones para darte, sólo las que a veces me invento para convencerme y las que pierden sentido conforme las repito una y otra vez.

Pero te he de contar que me he quedado varias noches en vela pensando que ya no puedo distinguir entre los tormentos de mi mente y los que están ahí, al alcance de todos los demás. El otro día me desperté llorando y no sabía si era porque había soñado las cosas de la vida o porque la realidad era muy diferente.

Ya no sé escribir, así que tendrás que perdonar que no pueda unir las ideas como antes. ¿Te acuerdas cuando solía escribirte y, a pesar de la ausencia de tu respuesta, era constante y consciente? Ya sabíamos que nada era para siempre.

Discúlpame por no haberme mostrado antes, pero tenía pena de que tuvieras razón al decirme en lo que me he convertido. Todos menos tú.

Y así pasará el tiempo otra vez, con los silencios que nos rozan los oídos, pero no llegan jamás a tocarnos, como antes lo hacía yo contigo y tú con alguien más.

20100424

Nos tragamos

Amar es una palabra muy fuerte.

Pero como le perdí el respeto, ahora la uso como todos aquellos de los que siempre me quejé y juré nunca ser así. El amor dejó de ser tan importante, pero aún necesario.

Y para ser bien honesto, así es la relación con Dario: él me dice que me ama y yo le digo lo mismo para que no se vaya. Después de todo, es lo único que me queda.

Pero igual y un día despierto con las ganas de no querer nada más. De no esperar que en realidad me ame como dice y de dejar estos juegos de adolescentes para otro momento de la vida. Ahora no.

En el fondo, siento que él sabe que yo tampoco soy lo que quiere, pero la falta de opciones te deja pocas oportunidades. Siento que él piensa que lo que tenemos es más que suficiente para satisfacer esa necesidad impulsiva de creer en el amor. Y sí, en eso quizá tiene razón.

Yo qusiera amarlo en serio. Me encantaría comprometerme bien con él, pero no puedo. No puedo porque él no puede y no quiere. Y como ya soy viejo y estoy cansado, entonces a todo digo que sí.

20100411

Flor de un día

Tus amigos son unos imbéciles. Vámonos a tu casa y déjame quedarme en tu cama, que tengo mil cosas para contarte. Eso le habría dicho ayer, seis años después de la primera vez que pasé una noche con él, al hombre que ahora ocupaba el lugar del adolescente que yo amé.

Debo admitir que estaba aterrado cuando me dijeron que Manuel iba a estar presente en la reunión que se organizó para saber de los viejos amigos, para recordar viejos tiempos y para revivir los mejores momentos de nuestras vidas.

Podía asegurar que no iba a llegar, hasta que subió la escalera del bar y nos saludamos. Como si los últimos años de ausencia se hubieran ido con el humo de mi último cigarro, como si el tiempo no nos hubiera pasado por encima, así nos abrazamos.

Entonces regresé a mis 15 años, a los tardes de clases de inglés y horas de café internet. A cuando me agarraba del hombro y me apretaba para que le hiciera caso. Inevitablemente, no pude hacer otra cosa que seguir su camino, como cuando tenía 15.

Una fiesta con una generación a la que ya no pertenecemos, mayor resistencia al alcohol y el cansancio pesado del trabajo semanal me hicieron darme cuenta que sólo fueron nuestros corazones los que se quedaron estacionados en 2003.

Me acordé de lo mucho que me dolieron las cosas con él, de lo que aprendí y que la fecha forma parte de mi instructivo personal. Todo volvió con una intensidad tan vívida, que los recuerdos se extendieron hasta la realidad presente, haciéndola parte de ellos.

Y volvió todo: él con su novia y yo con mi "algo". Sin embargo, siempre me dice lo mismo: "Hay que salir, pero sólo tú y yo".

20100320

Freno

I think I was flying at the speed of light.

Mi madre me ha dicho repetidamente que sería un error comprar una motocicleta. Son peligrosas- es lo que siempre me dice, mientras le cuento con gran enojo sobre el tráfico y mis horas desperdiciadas en la ciudad.

Lo cierto es que a mi me gustaría no hablarle del tráfico, sino del amor. Del amor que siempre he imaginado y que, sin embargo, es lo más real que he tenido. Me gustaría preguntarle y escuchar sus consejos de madre. Estoy seguro que llegaría ella a la misma conclusión que con las motocicletas.

Es peligroso- me diría -pero si lo haces con cuidado, despacio y practicando, seguro te sería útil y placentero. Entonces yo la miraría y le diría que nunca me quiero enamorar de verdad.

Pero tanto mi buena relación con mi madre, como la afirmación de que no quiero usar el corazón son mentira. Del tipo de mentiras que rodean mi vida y que tarde o temprano me harán terminar bajo supervisión médica y en constante estado de letargo.

Lo peor de las motocicletas es no saberlas manejar en medio del tráfico. La velocidad a la que se avanza determina si vas a terminar hecho mierda en una calle del centro o si llegarás a tiempo para continuar de manera cotidiana con tu vida. Igual el amor, el corazón y todas esas cosas cursis que nadie nos enseña a manejar y que algunos descompusimos a destiempo.

Un día le voy a contar a mi mamá que estoy mal enamorado porque nadie me advirtió cómo hacer el amor. Le diré que necesito saber que ella me va a abrazar si él decide lo mismo que han decidido los demás. Y sobre todo, le pediré que me aconseje porque yo ya no sé que hacer con mis frenos averiados.

20100305

Gira Trágica y Amorosa

Lo que él me dijo es cierto: hay que tomarse las cosas con menos seriedad. El amor, la muerte, la pobreza o el inevitable fin del mundo son hechos que nos sobrepasan y por lo tanto están (o deberían estar) fuera de nuestro rango angustioso.

Yo me acuerdo que antes había una incesante necesidad en mi ser de estar al control de todas las situaciones que me rodeaban. Evidentemente eso lograba que noche tras noche, y sin tregua alguna, me quedara dormido entre baba y lágrimas.

Pero los lagrimales se desgastan y el alma se queda seca. Al menos eso es lo que creo que me fue pasando, porque no podría explicar de otra forma que ahora tenga un espectro sentimental limitado a dos emociones: enojo y satisfacción laboral. ¡Ah! Y hambre, pero eso no es una emoción.

Entonces ahora ya no me tomo las cosas en serio. Podrían desfilar ante mi todas las cosas que en la vida he querido y dejado escapar, y aún así podría no sentir nada. No es feo, antes lo era, pero uno termina por acostumbrarse a todo, bendita adaptación humana.

Por eso el humor se ha convertido en nuestro aliado. Nos deshace y nos recoge con una facilidad que se le perdona todo. Yo le perdono todo al humor, menos que me abandone. Eso sí que no.

Y para acabar con la autocompasión que abunda en este viernes antes de la monumental ingesta alcohólica, sólo me queda dedicarle unas palabras a ese caballero que me roba…:

“Voy a deslizar un momento mi mano por tu pelo y siento que en otras instancias no te hubieras fijado en mi, ni yo en ti”.

20100201

Así es él

Es un tipo bastante normal. No es muy alto, pero si se para sobre las puntas de los pies puede alcanzar más altura. Como todos.

Estos últimos días se la ha pasado pegado en la ventana. Así, como si esperara algo, algo que nunca llega y que seguramente está destinado a no llegar. Él parece saberlo, sin embargo, permanece en la ventana.

Hay otros días en las que sus palabras parecen salir de un grifo descompuesto. Tiene fuga lingüística y eso tampoco le hace bien. Es como si todas sus ideas trataran de buscar salida por cualquier cavidad de su cuerpo. El otro día no pudo contenerse y se echó a llorar. Las palabras se le convirtieron en hechos innegables, parece.

Como dije antes, es un tipo bastante normal. Tan normal, que sale de lo cotidiano. Tiene una extraña obsesión por la limpieza y no permite que los demás toquen sus cosas. Seguramente su viaje en el transporte público debe ser un suplicio. No me lo imagino, pobrecito.

Lo que más me causa impacto es que parece estar soñando todo el tiempo. A veces hace esa cara que todos hacemos cuando queremos que el mundo sea otra cosa, simplemente otra cosa.

Me he puesto a pensar que podría ser agradable conocerlo. Después de todo, es malo prejuzgar y todos merecemos la oportunidad de dar a conocer lo mejor de nosotros. Pero me da miedo que comience a hablar sin detenerse. Que se ponga a llorar o a reir sin razón alguna.

Entonces no. Prefiero que nuestros caminos aún no se crucen. Que le haga la vida diferente a alguien más, si puede. No le deseo nada malo, al contrario. Espero que dentro de esa cabecita haya momentos de felicidad, que seguramente los merece.