El fabuloso destino de Elíu López, que decidió devorar la vida y terminó finalmente sabiendo que hay un exquisito dolor en los pasajes que se recorren. Que las personas a veces lo valen, pero en su mayoría sólo hay que resistir y que el límite viene en su momento y por protección de uno mismo, no antes, no después.
La diversión, la tristeza, la aventura, la ira y el amor vienen como regalo por enfrentarse al flamante camino que todos recorren a su estilo. El mio ha sido adornado por mis propios diseños y es característico por la inexistente permanencia voluntaria. Nadie se ha quedado y para ser francos, es algo que me gusta.
Prefiero pensar en el destino como la suma de casualidades que convierten a una persona en el hombre o la mujer que nunca pensó que sería. Me agrada creer que encontré a estos hombres, que han marcado mi vida, en una desafortunada coincidencia obligatoria.
Claro que las cosas ahora son más prácticas. Con el tiempo he aprendido a decir "no" y a decir "basta". He agudizado el instinto para abandonar las situaciones riesgosas a tiempo y sólo me falta afinar cierta crueldad, que me permita no sentir culpa de las acciones futuras.
