20100305

Gira Trágica y Amorosa

Lo que él me dijo es cierto: hay que tomarse las cosas con menos seriedad. El amor, la muerte, la pobreza o el inevitable fin del mundo son hechos que nos sobrepasan y por lo tanto están (o deberían estar) fuera de nuestro rango angustioso.

Yo me acuerdo que antes había una incesante necesidad en mi ser de estar al control de todas las situaciones que me rodeaban. Evidentemente eso lograba que noche tras noche, y sin tregua alguna, me quedara dormido entre baba y lágrimas.

Pero los lagrimales se desgastan y el alma se queda seca. Al menos eso es lo que creo que me fue pasando, porque no podría explicar de otra forma que ahora tenga un espectro sentimental limitado a dos emociones: enojo y satisfacción laboral. ¡Ah! Y hambre, pero eso no es una emoción.

Entonces ahora ya no me tomo las cosas en serio. Podrían desfilar ante mi todas las cosas que en la vida he querido y dejado escapar, y aún así podría no sentir nada. No es feo, antes lo era, pero uno termina por acostumbrarse a todo, bendita adaptación humana.

Por eso el humor se ha convertido en nuestro aliado. Nos deshace y nos recoge con una facilidad que se le perdona todo. Yo le perdono todo al humor, menos que me abandone. Eso sí que no.

Y para acabar con la autocompasión que abunda en este viernes antes de la monumental ingesta alcohólica, sólo me queda dedicarle unas palabras a ese caballero que me roba…:

“Voy a deslizar un momento mi mano por tu pelo y siento que en otras instancias no te hubieras fijado en mi, ni yo en ti”.

No hay comentarios: