20110905

Florista


“Voy a comenzar con algo sencillo: un viaje a través del tiempo, con el que evitaré que la joven versión de mí tome otros rumbos que lo lleguen a convertir en lo que no soy y me desaparezca”.
Cómo podría explicarle al chico de las flores que no me molesta su pasado, a pesar de que su historia generalmente me provocaría un rechazo inmediato. Encuentro difícil expresarme de forma correcta para anunciarle que tengo los mismos órganos vitales y fallas de origen.
Es por eso que cuando me platicó de lo atareado que se encontraba en el negocio de la venta de fragantes flores, sonreí como me educaron para hacerlo, pensando que si yo lo deseaba podría obtenerlas de forma gratuita: todas las que quisiera y de los más brillantes colores.
Pensaba en hacerle saber que todo estaba bien con un beso en los labios. Al salir, quería comprarle flores, pero temí que ahora sería yo el objeto de su rechazo,  ¿cómo le regalas flores a un florista? Él las ha visto todas.
Muchos le han comprado flores, no tengo la menor duda de eso. Sus viajes podrían narrarse por sí solos sin necesidad de una voz, sólo de sus ojos. Sus labios han sido participes de brutales fiestas y en su cabello descansan los sueños que no se pueden contar. Yo lo sé porque lo he visto, porque en mi bolso tengo mi propio libro de la vida y es aún más perturbador.
Si yo te contara, mi hermano, las experiencias fugaces de esta vida interminable, tendrían que enviarme a la horca. Porque yo no vendí flores, sino deseos. Yo era el genio sin nombre; poderoso y esclavo, perdido en el más siniestro de los anonimatos.

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