20080816

Rosarito - Mi Principio

Así pasó las horas sentado en la arena, esperando que con el tiempo las huellas fueran diferentes. Los granos de suave café cubrían sus pies y piernas. Javier contempló el mar esperando, sólo esperando.

Sus fragmentos de diálogo se habían desgastado al punto de sin sentido, había borrado su perfume de tanto pensarlo y entre los dedos sólo le quedaban sus propias huellas.

Sin argumento, sin guión, Javier se sentó a mirar las olas sin desear nada, sin querer ya nada, sin más problemas. La última vez que se encontró en la banquita de Reforma dio por perdido el respeto a las historias compartidas. Sin embargo, no hubo dolor, ni el mal acostumbrado drama, sólo se levantó y decidió irse.

Se fue a Rosarito, sin necesidad de pasaporte ni identidad, se llevó en la maleta las cartas que no le servían de nada. Compró una muda de ropa y se sentó en la playa, por horas incontables.

Javier ya no pretendía entender, sólo aceptar, la resignación se le escapaba por los ojos de espectro azul. Las ideas ya no existían más, ni sus intentos ni sus escritos, Javier no pensaba volver jamás.

Javier entendió que todos los asaltos citadinos tenían lugar en su ciudad, no en la arena, que todos los corazones rotos se encajonaban en los bares y trabajos, no en la sensación del agua rozando su mentón. Javier quería que alguien le dijera qué estaba mal con él, cuando si uno mira a lo largo del océano no hay nadie con quien estar mal. Javier estaba sosteniendo la última de las cartas que iba a dejar en aquel olvido azul.

La soltó, con las ganas de seguir imaginando pero el cansancio jalándole los pies. Javier se dio cuenta que sus últimas salidas nocturnas no eran para encontrar los pasajes que no alcanzó a llenar, sino para buscar quién le pagara el resentimiento que cargaba a cuestas. Javier no añoraba, se sumergía tan adentro de su coraje que asesinó los restos de deseo sobrantes.

Él encontró su corazón olvidado frente a una pintura de Remedios Varo, lo atesoró irremediablemente en otro lugar carente de significado presente y entonces se fue.

Javier no va a volver a la ciudad a pesar de las arrugas húmedas del mar, ni del cambio de alimentación o los problemas de sales. Se va a quedar con la mirada fija en el mar y la arena cambiando a favor del viento.

Porque es historia vieja que no planea renacer, ni convertida ni deshecha. Javier no lo comprendió, mucho menos Abraham, que sólo se dedicó a limpiar su conciencia sin saber que Javier le ha perdonado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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