20080808

Garçon Hybride.

Este es el tiempo de los chicos raros.

En una arrebatado intento por permanecer pasivo a las suplicas de un servidor hacia él mismo por comenzar a elevarse en un viaje infinito, decidí tener un camino pavimentado de azúcar y felicidad.

Tomé mi mochilita y mis audífonos con la firme creencia de que entre más grites, más tiendes a perderte en tu propio eco. Me dirigí a los lugares de siempre, aquellos con las bancas expuestas y listas para prometer. Me senté a fumar un poco mis acostumbrados cigarrilos largos, mentolados, ligeros, duraderos principalmente. Me dispusé a medir mi tiempo en bocanadas de humo y en recuerdos permanentes.

Tengo el tic mental de ser exageradamente quejumbroso, nada me es suficiente y todo me parece inalcanzable, quizá eso era una serie de eventos previos a la reforma estructural que sufro día a día.

Me paré de la banquita y comencé el delirio. Escuché la palpitación rápida y el acelere emocional que me despertó del coma. Imaginé que podía ser él, la primera conversación, las primeras ocasiones de locura, la imposición de mi aprendizaje, luego vino el otro y el otro. Y me dieron muchas ganas.

Ganas de besar bonito. Ganas de ser bien sensato y decir mundos con silencios. Ganas de no abrazar con impulso, sino con sentimiento. Ganas.

Este es el tiempo de los chicos híbridos.

He terminado de imaginar por el instante de hoy, ahora prosigo a la siguiente cuestión en los hilos del querer y no querer. La reserva es la premisa del futuro.

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