Kuki Monga

La peor cita de TODA mi vida. Sí, así podría definirse.
Porque una cosa es no tener ubicación y otra muy diferente esa noción de que los mundos pueden estar más separados de lo que uno puede imaginarse, aun estando bajo el mismo Distrito Federal.
Horrible. Si usara un bolso y tuviera un ladrillo oculto en él, seguro lo habría golpeado y habría visto su enorme cuerpo caer desde el octavo piso del Sears hasta la proposición matrimonial ubicada en las jardineras del Palacio de Bellas Artes.
Y vaya que tuvo sus golpes bajos, pero criticar mi música y llamarme a mí, y a los comunicólogos en general, "inmaduros" fue excesivo. Yo no daba crédito de lo que escuchaba con tanto cinismo y descaro.
Tenía ganas de tomar mi bello frappe moka y mi hermosa actitud y sacarnos de ese lugar con el pensamiento innegable en la cabeza de "Ash, qué hueva, hoy quiero ser intolerante aunque eso me cueste la soledad eterna"
Miré el reloj y con una amabilidad expuesta dije "qué caray, ya es la una, me tengo que retirar (aunque entro hasta las 3 y probablemente me quede a dormir en el pasto una hora, porque prefiero pasar una hora en el pasto que con mis intentos mentales de asesinarte con un bat)"
Corrí y corrí y me topé con dos agradables encuentros. Gerardo y mi pareja favorita (Ana y Daniel).
Como no conozco a Gerardo más que en sus fotos y pláticas de msn, pues dejé que la oportunidad de saludarlo se escurriera como ya lo había hecho horas antes mi interés en el amor. Me fui a comer con Ana y Daniel y decidí que vomitar mi experiencia de manera cómica y chistosona era lo indicado.
El día pasó como un martes común, entre mis sueños y actitudes seniles. Odio los martes y jueves, los siento un desperdicio total de mi vida (Sin mencionar un desperdicio total de tiempo, dinero y ganas). Pero no podía recordar ese martes como el día en que había tenido la peor cita de todos los tiempos. Tenía que haber algo más en ese día tan ordinario.
Fue así como Kuki Monga nació. De las ganas de ser y no ser. De gritar y no gritar. De cortar y no cortar.
Si dices Kuki Monga en repetidas ocasiones y sin sentido alguno y das vueltas sobre tu propio eje, puede que se te aparezca. Puede que sólo seas feliz tomando medicamento el resto de tu vida. O puede que nada pase, como suele suceder en al vida.

Actualmente Kuki Monga pertenece a la colección privada de Luis Arjona, en donde también se encuentran al rededor de 43 videos invaluables, un cigarro zamba, recuerdos de karaoke e infinidad de derrotas de Smash Bros.