20090511

El Diario

Debería tener un registro del ánimo. Una libretita en la que pudiera escribir los días buenos y los días que no son para recordar. Los momentos agradables y los pensamientos que me aterran cuando veo pasar el metro.

Me acuerdo que antes me daba mucho remordimiento el pensar en huir al mar. No quería dejar a las personas importantes de mi vida, hasta que un día me dí cuenta que es mejor irse a siempre lamentarlo. Aún así, no me voy.

Sí, debería llevar un registro para forzarme a no olvidar. Porque se me ha hecho costumbre: rostros, fechas, comidas, olores. Todo ha sido opacado enormemente por el olor a tabaco y el desprecio general.

Si pudiera definir en pocas palabras el sentimiento que me inunda, éstas serían: TENGO MUCHO CALOR. Porque ya no hay esos encontronazos conmigo mismo, ni con los viejos amores que en realidad nunca lo fueron o con los adornos de vida que se quiebran con facilidad. Practicamente ya no hay nada.

Pero existe un fuerte temor para no tener registro de las emociones que abundan en el tiempo. No quiero ver el reflejo de las cosas que me he tenido que ocultar. No quiero ver ESE reflejo.

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