- Podría yo suicidarme
- Si ese es el final que merece tu historia -contestó Prudencia Migoya.
- ¿Y cuál otro? - preguntó Isabel dejando que unas lágrimas gordas le cruzaran la cara.
- No llores y come un poco. No voy a dejar que te suicides de hambre. Te queda mucho por vivir.
- Tengo ganas de morirme- dijo isabel empujando la sopa.
- Con que tengas de algo- le contestó Prudencia acercándole la cuchara a los labios.
Isabel lloró durante los dos meses que le siguieron a esa tarde. Lloraba camino a las clases. Llorando comia uno que otro bocado de los muchos que Prudencia Migoya le acercó a la boca, llorando se iba a dormir y dormida soñó que lloraba.
Despues de un tiempo Prudencia planeó ir a una excursión a las faldas de los volcanes. Isabel fue con ella como iba a todas partes, sonambula y llorando.
-Parecen eternos - dijo tras una hora de contemplar los volcanes en silencio.
-Son lo mas cercano a la eternidad que conocemos- dijo Prudencia-. Ni tus lágrimas van a durar tanto.
-Ni mis lágrimas- aceptó isabel. Había dejado de llorar hacía una hora-. Espero que ningún desamor sea tan largo. Pero mi breve paso por el cielo, ese sí que duró tantísimo.
Tengo a estos volcanes de testigos. NINGUNA ETERNIDAD COMO LA MÍA.
1 comentario:
Publicar un comentario